miércoles, 20 de junio de 2007

EL SONIDO DEL SILENCIO

En nuestro país la violencia que se ejerce contra la mujer está bastante extendida. Constituye un hecho cotidiano, tiene manifestaciones diversas, se presenta en todos los sectores sociales, cobra dimensiones impresionantes.

Sin embargo, paradójicamente, no llama asombro. Un velo de silencio cubre los sufrimientos de las víctimas. Aunque la mayoría de los medios de comunicación no le prestan mayor importancia, salvo cuando culmina en la muerte de la agredida. La justicia prácticamente hace oídos sordos a los reclamos de éstas o, ironías del ejercicio de la ley, las coloca a ellas en el banquillo de las acusadas.

Este fenómeno está bastante extendido en la sociedad piurana llegando a 1176 casos aproximadamente en el año 2006, según informes del Centro de Emergencia Mujer. En el año 2007, en Piura y Castilla el 88% (104 casos), fueron víctimas de violencia. Del total de casos 127 fueron de menores de edad y los 626 casos tuvieron edades entre los 18 y 59 años. En contraste los porcentajes de menores de edad van en aumento, evadiendo sus responsabilidades. Reflejados en el cotidiano vivir que han vivido en sus hogares. Se puede afirmar que respecto a la violencia familiar cuyas victimas son las mujeres y niños se está generando un amplio consenso institucional en torno a la imagen expresada como un “Problema Social”.

La tarea más difícil es lograr que las víctimas de esta violencia perciban la posibilidad de otras propuestas de vida. Que se imaginen “viviendo” y no “sobreviviendo”; que puedan ser el eje de su propio cambio. Una manera de conseguir este cambio son las leyes que nos ampara como en el artículo 2 de la Legislación de violencia familiar. Establece las normas y procedimientos para hacer frente a esto. Su objetivo es ejecutar medidas de protección a las victimas que no deben callar estos abusos.

Es de vital importancia que los medios de comunicación adhieran a campañas de solidaridad, atención y prevención de la violencia familiar, drogadicción, alcoholismo, salud, etc. Sin embargo una manera más eficaz de prevención sería ofrecer modelos positivos que encarnen valores de igualdad y respeto, evitando los mensajes de violencia que permitan vislumbrar soluciones, evitando así la morosidad y el sensacionalismo que nos invade cada día.

Prevenir la violencia intrafamiliar implica afrontar las causas estructurales y sociales que sustentan las desigualdades de género, sociales, económicas y políticas ancladas en la estructura de nuestra sociedad, pero no por ello inamovibles. En éste contexto cada individuo y cada organización es solo un pequeño eslabón de la gran cadena necesaria para abordar eficazmente el problema, pero eso no nos exime de la parte de responsabilidad que nos concierne.

Por: Diana Chero Alvarado.

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